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martes, 6 de mayo de 2008

Las existencias precarias

Para muchos, la esencia humana brilla por su ausencia, pero ¿cuál es la esencia humana?, ¿existe?, ¿cómo es?... tantas y tantas veces se ha intentado dar respuesta a estas preguntas que quizá carezca de sentido plantearlas con la pretensión de contestarlas. Es decir, quizás sería más interesante tratar de conocer cuál es el mecanismo de construcción de la esencia humana y no tanto el hecho de describirla o analizarla pormenorizadamente. Al respecto cabe recordar a Sarte y la corriente existencialista.

En cualquier caso, no es de extrañar que sean las reflexiones al respecto de la esencia del ser humano las que ocupen más lugar en las conversaciones de bar de los intelectuales y revolucionarios post-modernos (así como de cualquiera de los lectores) preocupados por el terrorífico estado de vacío en el sentido de las vidas de sus coetáneos... es normal que sean ellos, digo los intelectuales, los que traten por todos los medios de dotarlas de contenido, de "esencializarlas" en una suerte de proyecto solidario y altruista. ¡Cómo iba a ser menos! en el fondo es parte de su labor. En lo que se equivocan es en que, como escribía Harold Soberanis en una sinópsis del pensamiento de Sartre, "
la vida humana no está marcada por derroteros trazados de antemano; no hay asidero espiritual seguro para una vida cuyo sentido se plantea en todo momento: somos seres que nos construimos a partir de nuestro propio albedrío. Lo que destaca en un análisis del ser humano es el hecho de su existencia, y no el de su esencia" pues esa, precisamente, es la esencia de la vida humana. La existencia como el proceso de construcción de realidades mediante los estímulos recibidos a través de los sentidos e interpretados por la capacidad reflexiva humana; es decir, lo que cada uno ve, siente, piensa, dice, Es. Dando lugar a prácticas sociales particulares en cada ser humano, pensamientos, corrientes, grupos sociales, etc cuyas acciones y posteriores reflexiones al respecto de las mismas, servirán, irremediablemente, de elemento para una nueva transformación que condicionará la esencia construida (resultado del primer proceso de reflexión - existencia), tranformandola nuevamente, en una suerte de espiral sin fin.

Porque quizás sea así como se crea la esencia humana: la existencia que lo habilita para construir la esencia. Su propia esencia. De tal suerte que cada ser humano es en sí mismo una esencia (humana) resultado de su existencia y reflexión - acción vital.
Por eso carecen de sentido las charlas de salón intelectual que buscan por todos los medios entender algo sobre la vital esencia humana, pues conocer cuál es ésta implicaría Ser cada uno de los humanos en su existencia vital, porque uno Se hace en su diario vivir. La pregunta acerca de “qué” es el hombre tiene que replantearse para que cuestione “quién” es el hombre. Quiénes somos cada uno de nosotros. Cuáles son nuestras acciones y pensamientos y porqué son esos y no otros.

Uno lo que relamente debería cuestionar es el tipo de existencia que practica. El hecho de estar vacío de contenido es el efecto, fundamentalmente, de una existencia precaria, enmarcada en un día a día lleno de conformismo, pasotismo, consumismo, absurdismo... como decía María en el artículo de hoy del País a propósito de la pérdida de su carné de conducir "cuando me dijeron que tenía que estar 8 meses sin conducir se me cayó el mundo encima". Tanto las prácticas sociales con las que uno se relaciona así como las que propiamente ejerce son constructoras de la la esencia de uno mismo. A la pobre María se le cayó el mundo encima por tener que utilizar el tranporte público durante 8 meses. Es razonable que eso le sucediera sabedora de que el metro, a ciertas horas, se encuentra infestado de otros seres, humanos. Seguramente María no haya pensado en la magnitud de tal aseveración, pero lo cierto es que para ella, en su día a día, el coche forma parte indispensable de su espacio en el mundo. Lo que ese tipo de comportamientos pueda generar en cada uno dependerá de cada uno, pero señala ciertas evidencias que no deberían pasarse por alto sin más. Las necesidades, o pensamientos y prácticas que uno realiza sin ser siquiera consciente de que las está ejerciendo influye directamente en lo que uno Es. Constituye la esencia de cada uno. Las existencias precarias generan reproducción de conductas, prácticas y pensamientos que se instalan en uno mismo y pasan a formar parte de él. Preguntarse precisamente por esas opiniones, esos comportamientos, pensamientos y prácticas cotidianas o grandilocuentes de cada uno es lo que, en esencia, implica la existencia humana no precaria. Mucha suerte.

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