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sábado, 2 de mayo de 2009

NYC... es vida. (Parte II)

Repuestos del shock inicial, emprendimos camino a las 08:00 de la mañana. Desde la 42, recorrimos toda la zona que comprende Middtown West (por la 8 ave, la 9 ave y la 10 ave) hasta llegar a Columbus Circle, en la esquina West de Central Park. Allí teníamos una cita ineludible: el estrelladísimo Jean George a las 14:30. Dimos un paseo por el enormísimo parque (una especie de Retiro inmenso) y antes de ocupar nuestra mesa, recorrimos como posesos las inmediaciones del Upper West Side. El barrio "Demócrata" de NYC, cuya media salarial anual asciende a la módica cantidad de 65.000 dólares, 10.000 menos que su vecino Upper East Side, el barrio republicano recalcitrante y tradicionalísimo yankee.


Upper West es sensacional. Plácido, tranquilo, amplio, luminoso, ordenado, limpio y flanqueado por dos parques preciosos, el central y la "costanera" Oeste que mira al Río y donde se pueden encontrar decenas de canchas de basket (llenas de jóvenes, mayoría blanca) y juegos para niños (de inmensa mayoría caucásicos con nannys latinas o negras). Es un barrio de gente bien y se nota en los locales comerciales, en las Nannys latinas, en las canchas de basket y en los restaurantes. Los edificioes que conforman el barrio se mezclan con casas de 2 o 3 pisos que se suceden unas a otras a lo largo de las calles interiores. Frente al Central, Los rascacielos, el Museo de Naturales y un edificio emblemático, donde está la casa Joko Ono.


Entramos en el tres estrellas a las 14:35, previo cambio de ropa (exigen cierta etiqueta casual) y la experiencia fue memorable. Es, quizás, el único restaurante estrellado del mundo en el que es posible realizar uno mismo su propio menú eligiendo la cantidad de platos que piensa probar y haciéndolo sobre unas 40 propuestas, ordenadas en la carta de menor a mayor intensidad sabora; todas ellas al regalado precio de 14 $. Sí, sí: 14 Doláres estadounidenses son unos 10€. Lo mismo que cuesta una ración de croquetas en la archiconocida Gallina Loca de Moncloa. Así pués, nos tiramos a la piscina y compunsimos nuestro menú degustación en base a 3 propuestas, más postre. Además, nos permitimos el lujo de probar un vinito... un Barolo italiano que no consquistó. En la carta había interesantísimas propuestas, pero desgraciadamente fuera de nuestro alcance (Petrus, Lafit...).


El resultado fue esplendoroso: un Foi delicioso con manzana caramelizada y una salsita oriental que culminaba el delirio; unos gnoquis de queso de cabra con alcachobas braseadas; una sublime lubina con crust de canela, salsa agridulce a base de leche de coco y tomates agrios; un risoto con espuma de lima (sorprendente); y cerrando un solomillo de cerdo (el peor plato de todos, que no malo) y la más mantequillosa de todas las carnes que he probado jamás (y se sabe que soy argentino) sobre salsa de romesco y espinacas salteadas al aroma de algo que no conseguí identificar... francamente delicioso. Luego el postre y luego, con el café, los petit fours. Además, servicio constante de agua gratuita. IMPRESIONANTE. La mejor RCP de la historia. Euforia. Reposo postcomilona. Euforia.


Una vez más a la calle... ahora para dirigirnos nada más y nada menos que hasta Harlem. Caminando. Eso quiere decir unos 15 kilómetros, a los que se les deben añadir las anteriores vueltas y vueltas por Upper West... el carisma embriagador de esa ciudad nos llenaba de energía... y así llegamos hasta la Universidad de Columbia: centro reconocido como uno de los mejores del mundo. Visitamos la Fac. de Ciencias Políticas y nos encontramos con Stiglitz (eso último es mentira, pero podría haber pasado pues imparte clases allí) al que saludamos efusivamente... sueño premonitorio??? quién sabe.

De allí, continuamos camino, previa parada en una vinoteca nueva donde se podían degustar algunas propuestas mientras se escuchaba el jazz de una trompeta con sordina y un contrabajo... en directo. Tan NYC, tan HIT!, hasta llegar a un destartalado pero emotivo garito de estudiantes llamado Hungarian Pastry. Genial todo él: cuadros en las paredes, estudiantes con Laptops y libros, buen café y deliciosos strudels húngaros. Tan NYC... tan hit... New York nos estaba enamorando, a ritmo de Xavi, Iniesta y Messi.


La magia continuaba... cada vez más al Norte, y si bien la ciudad se metamorfoseaba, se revolvía, se transformaba, mutaba, no lo hacía en modo alguno para mal... al revés... la sucesión de calles a través de la Amsterdam Ave, marcaba un nuevo tono. Un nuevo color: el negro de Harlem. Barrio latino y barrio negro. Otro mundo, pero tan vivo como el anterior. La gente en la calle, las tiendas abiertas de par en par, las peluquerías y salones de belleza africanos y latinos reproduciéndose calle a calle y las cientos de iglesias de todo tipo esperando al Domingo. Baptistas, evangélicas, católicas. Un sinfín de cultos y un sinfín de matices negros en las pieles. A las casas de 2 o 3 pisos de las calles 130, 140 etc. hay que sumarles los inmensos bloques Houses of NYC Goberment (las VPO de España) en perfecto estado aparente de conservación, con juegos para niños en sus propios jardines y de ambiente muy tranquilo.


La Malcom X Ave nos dio la bienvenida ya casi de noche... y ya con unos 23 kilómetros en las piernas. No lográbamos parar. No queríamos coger el metro por miedo a perdenros una sola calle, una sóla acera, una sóla avenida. Y acertábamos, pues cuando iniciábamos el descenso hacia nuestra 42, nos sorprendió una celebración en pleno corazón de Harlem. Unos 50 vecinos reunidos, comiendo una barbacoa a las puertas de una de las miles de iglesias, con sus niños correteando y la policía (sólo por presencia obligada, supongo) en un coche casi unida al festín.

NYC es vida. La ciudad más viva que conozco junto con Istambul.

Cuando ya dieron las 22:00 y nuestras piernas nos decía basta, aún seguimos caminando hasta la 86St., pero del lado East... con la intención de mirar por las ventanas de las casas de los ricos más ricos de todos los ricos de New York. Y no nos decepcionó la experiencia: enormes salones, lamparas y pinturas originales colgando de las paredes. En la 5 Ave y en Madison los únicos negros que hay son los porteros de los edificios lujosos. Esto es, los porteros de todos los edificios del barrio. De Harlem a East hay apenas 10 calles de transición. El cambio es radical, pero en ningún caso la diferencia entre unos y otros es lo aberrante que uno, en su imaginario tiene al respecto. Upper East es la aristocrácia, las tiendas de diseñador, channel, y las milquinientastreintaydos que no conocía... Harlem es... Harlem es Harlem: negro, latino, vivo, luchador, apasionado, espiritual.

Cuando ya caímos... cogimos el metro, entre suspiros, hacia el Hotel.

2 comentarios:

Antonio dijo...

Que vida que te das!!!!! que hijo p.......!!!!

Al parecer van cayendo todos los mitos sobre, que durante tus 27 lustros fuiste construyendo sobre yanquilandia...

Un abrazo y feliz cumpleaños!!!

dale un beso a Iving...

Visca Barça!!!!

Elvira C. Muslera Canclini dijo...

Parece que NY te ha cautivado, la verdad es que todas las personas que conozco que han estado allí han quedado como tu. ¿qué tendrá NY? Supongo que hay que verla para vivirla. Un día de estos me tocará. Besos, mamá.