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viernes, 9 de noviembre de 2012

Diálogos de paz en Colombia


La participación viva y activa de la sociedad civil en un verdadero y legítimo proceso de construcción de paz en Colombia resulta imprescindible para transformar las causas estructurales y los impactos del conflicto social y armado, en oportunidades de desarrollo a escala humana para el conjunto de la población.

El diálogo iniciado entre el Gobierno del Presidente Santos y la guerrilla de las FARC-EP es un hecho de especial relevancia a la hora de concebir vías de solución política negociada a la cruenta guerra que asola el país desde hace ya más de 50 años. Sin embargo, no es -ni debe ser-, el único escenario de construcción de paz. Además de los diálogos para la terminación del conflicto armado es necesaria una reforma sustancial del sistema político y económico.

La guerra entre la insurgencia, el estado y los grupos paramilitares a su servicio, causa de cientos de muertes y miles de desplazados anualmente, no es la única expresión de un conflicto que se compone de contenidos sociales, político-ideológicos y económicos cuyos impactos en la convivencia ciudadana son tan salvajes como los enfrentamientos armados. La pobreza que acecha a más de un 46% de la población colombiana no es únicamente atribuible a la violencia de la guerra en todas sus expresiones. De hecho, hay consenso en señalar que ésta, la pobreza, es en primera instancia resultado de unas políticas diseñadas de acuerdo con los intereses de unos pocos al propiciar la maximización de beneficios y la acumulación de capital en pocas manos. En este sentido, huelga decir que fueron dichas políticas, así como la estructura excluyente del sistema político colombiano, las principales causas que propiciaron el levantamiento armado de algunos sectores de la sociedad de acuerdo con el argumento de la legítima resistencia ante la tiranía. Los más de 5.000.000 de desplazados, los 10 millones de hectáreas de tierras usurpadas y los impactos del accionar empresarial en las comunidades y el medioambiente, son prueba palpable de que la guerra no sólo no ha logrado transformar las causas estructurales del conflicto interno, sino que, además, ha contribuído enormemente a dificultar las estrategias emancipadoras diseñadas por las comunidades para desarrollarse endógena e integralmente.

En consecuencia, los diálogos entre la insurgencia y el Estado para la terminación de la expresión armada del conflicto colombiano son necesarios pero insuficientes en clave de construcción de paz, dado que en éstos no participa la población civil ni se plantean las reformas necesarias de fondo en el sistema político y económico. Construir un nuevo sistema democrático incluyente con participación directa, deliberativa y decisoria de la población en la cosa pública, reducir la inequidad crónica mediante políticas fiscales progresivas y la implementación de un nuevo modelo económico que cristalice un viraje radical en las políticas de incentivo de la Inversión Extranjera Directa, así como generar políticas públicas de protección social (la salud y la educación como un derecho y no como un servicio); son reclamos históricos del pueblo colombiano y elementos esenciales para una paz justa y duradera. Reclamos históricos y elementos esenciales sobre los cuales el movimiento popular tiene mucho que decir. De ahí la necesidad de propiciar un proceso de construcción de paz que trascienda las mesas de diálogo establecidas y contemple una participación protagónica directa del movimiento popular. 

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