La
participación viva y activa de la sociedad civil en un verdadero y legítimo
proceso de construcción de paz en Colombia resulta imprescindible para
transformar las causas estructurales y los impactos del conflicto social y
armado, en oportunidades de desarrollo a escala humana para el conjunto de la
población.
El
diálogo iniciado entre el Gobierno del Presidente Santos y la guerrilla de las
FARC-EP es un hecho de especial relevancia a la hora de concebir vías de
solución política negociada a la cruenta guerra que asola el país desde hace ya
más de 50 años. Sin embargo, no es -ni debe ser-, el único escenario de
construcción de paz. Además de los diálogos para la terminación del conflicto
armado es necesaria una reforma sustancial del sistema político y económico.
La
guerra entre la insurgencia, el estado y los grupos paramilitares a su
servicio, causa de cientos de muertes y miles de desplazados anualmente, no es
la única expresión de un conflicto que se compone de contenidos sociales,
político-ideológicos y económicos cuyos impactos en la convivencia ciudadana son
tan salvajes como los enfrentamientos armados. La pobreza que acecha a más de
un 46% de la población colombiana no es únicamente atribuible a la violencia de
la guerra en todas sus expresiones. De hecho, hay consenso en señalar que ésta,
la pobreza, es en primera instancia resultado de unas políticas diseñadas de
acuerdo con los intereses de unos pocos al propiciar la maximización de
beneficios y la acumulación de capital en pocas manos. En este sentido, huelga
decir que fueron dichas políticas, así como la estructura excluyente del sistema
político colombiano, las principales causas que propiciaron el levantamiento
armado de algunos sectores de la sociedad de acuerdo con el argumento de la
legítima resistencia ante la tiranía. Los más de 5.000.000 de desplazados, los
10 millones de hectáreas de tierras usurpadas y los impactos del accionar empresarial
en las comunidades y el medioambiente, son prueba palpable de que la guerra no
sólo no ha logrado transformar las causas estructurales del conflicto interno,
sino que, además, ha contribuído enormemente a dificultar las estrategias
emancipadoras diseñadas por las comunidades para desarrollarse endógena e
integralmente.
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