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jueves, 25 de agosto de 2011

El nacimiento del 15M, ¿la Spanish Revolution?

El 15M se mueve, crece, actúa y vuelve a Sol... donde todo comenzó. Pasados más de 2 meses del nacimiento, el 15M está más vivo que nunca. Las asambleas no sólo no han cesado, sino que se han extendido a lo largo y ancho de la geografía española... cada barrio, cada pueblo, cada ciudad cuenta con sus indignados. Y no es de extrañar, pues más del 20% de la población activa española se encuentra en paro. Cifras que llegan a la aberración total, cuando se miran los datos de jóvenes, pues siendo ésta la generación más formada de la historia de España, actualmente están parados uno de cada dos jóvenes, pese a contar con envidiables currículos llenos de carreras universitarias, diplomados, masters, idiomas y manejo informático.


El movimiento del movimiento es tal, que, hoy por hoy, resulta absolutamente imposible dar cuenta de todo lo que pasa en cada espacio de deliberación e intercambio político. Las asambleas fluyen semanal o quincenalmente, las reflexiones respecto del estado de la cuestión y las propuestas encaminadas a darle salida son tantas y tan variadas, que se precisarían meses para analizarlas. Pero además, las últimas acciones del movimiento, han vuelto a dejar primeras portadas en todos los periódicos españoles, e incluso internacionales. A la indignación, la movilización y la deliberación política, en los últimos meses se ha sumado la acción directa contestataria... la desobediencia civil por derecho, en defensa del desamparado, el desposeído, el marginado y el excluido, que se ha materializado en dos hitos de espacial importancia. A saber:


- La paralización de decenas de procesos de desahucio bancario por impago de hipotecas en todo el panorama nacional; y,


- La imposibilidad efectiva para la policía de acometer controles a inmigrantes en busca de papeles; práctica habitual hasta el momento pese a su inconstitucionalidad manifiesta.


La organización de concentraciones en las viviendas que iban a ser desalojadas en beneficio de la banca (sin perjuicio del pago del resto de la deuda), o en las plazas públicas en amparo del inmigrante transeúnte indefenso frente a las redadas policiales, son actos que suponen una de las mayores y más impactantes críticas concretas al modelo de exclusión propuesto por el sistema neoliberal capitalista. Se trata de una respuesta en alta voz, sonora y efectiva que golpea los mismísimos cimientos del modelo imperante: la concepción de que algunos sobran, los que no producen, los que no tienen.


La defensa de ambos colectivos deberá complementarse con procesos de reflexión tanto a lo interno del movimiento, como con los propios colectivos defendidos, respecto del fondo de la cuestión: el atroz consumismo que se constituye como el motor del modelo. No son pocos los casos en los que tanto los perjudicados por los desahucios como aquellos sometidos a las redadas policiales, han formado activa parte del modelo de consumo y "progreso social" imperante. La concepción de un modus vivendi basado en la posesión de más y "mejor" para prosperar socialmente ha calado tanto en las mentes y almas de tantos ciudadanos globales que la inmensa mayoría de la ciudadanía occidental ha terminado por vincularse al mismo insensibilizándose ante los recortes sociales efectuados contra "otros", el hambre en el mundo, las injusticias sociales, etc.


Cabe apuntar que en última instancia, el Renacimiento de las reivindicaciones sociales en España, ha sido fruto de una brutal crisis económica que ha llegado a impactar en los beneficios de los sectores más o menos acomodados, y este factor resulta clave para el análisis. Una explosión social como la acontecida no era si quiera imaginable bajo los paradigmas de un capitalismo inclusivo donde la clase media era parte beneficiaria directa del sistema. Buenos sueldos para recién licenciados, mejores para aquellos con masters e idiomas, excelentes para los ingenieros informáticos, e incluso más que aceptables para los obreros de la construcción y los jornaleros recolectores si decidían hacer horas extra. En el momento en que esta situación de bollante crecimiento inicia su retroceso, se comienzan a dar situaciones que ya apuntaban a una profunda crisis como la actual. La clase media se resiente de la situación: los salarios de los funcionarios del estado son recortados en un 5%, los empleos generados durante el boom económico español no son renovados y (como la tasa de empleos fijos era tan sumamente ridícula) el paro comienza a aumentar. Con el tiempo, las prestaciones por desempleo desaparecen y los cursillos públicos de reinserción, también. Por su parte, las dificultades de los jóvenes para el logro de un primer trabajo más o menos digno aumentan de tal modo, que incluso terminan resintiéndose los sacrosantos cubatas del "finde" de marcha[1].


Por último, una batería atroz de recortes sociales golpea las bases del estado social español: abaratamiento del despido, aumento de los años de cotización para el cobro de la pensión, privatización de servicios públicos como el Canal de Isabel II, cierre de hospitales públicos en Catalunya y apertura de centros privados con financiación estatal, subida de los impuestos indirectos como el IVA (del 16% al 18%), pero sin retoque alguno al sistema tributario progresivo para las altas rentas, y, como no, la magnitud del rescate financiero a la banca.


El castillo de naipes cae por su propio peso. El consumismo que había obnubilado a toda una población y que había supuesto la demanda de hipotecas para la segunda vivienda, créditos de todo tipo (incluyendo los vacacionales), el segundo automóvil, o la compra de la vivienda de nueva construcción por parte de los recién casados (hipotecada a 40 años), se torna impagable. El consumo de ocio, también. Y en ese marco de problemas que crecen, la plataforma Democracia Real Ya!, convoca una manifestación más. Una de las tantas efectuadas a lo largo de los años pasados. Una más de las tantas donde 500 personas fueron las participantes que se reunieron entorno a una plaza dando cuenta de que había otras formas de entender el mundo. Así, el día en que nació el 15 M, fueron apenas 300 personas las manifestadas, y menos aún aquellas que pernoctaron en Sol. Si bien, el contexto había cambiado.


Había cambiado tanto que al día siguiente se duplicaron los pernoctantes, y al tercer día, tras el intento fallido de desalojo policial, ya no sólo fueron las redes de los amigos y conocidos las que llegaron a Sol, sino también las de aquellos que habían disfrutado fugazmente del progreso español. Y así fue como se hizo el movimiento. Un movimiento que no para, y que se ha vuelto a encontrar el pasado día 23 de Julio, nutrido ahora con los indignados regionales, que han formado diferentes columnas para unirse a sus compañeros madrileños y pisar el punto kilométrico 0 de las carreteras nacionales situado en el mismísimo epicentro de la puerta de Sol.

Pocos poetas podrían haber imaginado un final más bello para las diferentes caminatas indignadas que el epicentro del Sol. Una peregrinación kilómetro a Kilómetro hacia el templo de la reflexión, el ágora política contemporánea global.


Sol dio salida a las frustraciones y el desamparo de una generación de jóvenes que se merecía algo más. Significó el espacio de concurrencia de una generación de jóvenes al completo que anteriormente había vivido de espaldas los unos de los otros. Las deliberaciones y reflexiones políticas acontecidas durante los primeros días y semanas atrajeron la atención, sensibilidad y solidaridad de la clase media española, hasta tal punto que algunos adultos terminaron incorporados al proceso. Un proceso a todas luces novedoso: participativo, heterogéneo, de base y profundamente autónomo. Sin líderes ni direcciones, sin cabecillas, partidos u organizaciones formales manejando los designios divinos, sin élites liderando la masa... sino la masa construyendo y construyéndose en el proceso mismo de construcción (hasta tal punto que ni de nombre unívoco consta). Construyendo diagnóstico, definiendo estrategias, realizando propuestas e implementando acciones.


Los retos del movimiento son ingentes. Tanto o más que los peligros. Se precisa concretar un diagnóstico capaz de generar el suficiente consenso como para continuar atrayendo a más redes (motivo por el cual quizás, las cuestiones relativas a la libertad religiosa, la laicidad del estado o el derecho al libre aborto no son definidas), y perfilar nuevas propuestas más allá de aquellas primitivas 4 exiguas exigencias consensuadas en su momento. Avances en ese sentido los hay a patadas: en la última reunión de la comisión de economía, en aquella que participó el premio noble Stiglitz, se pusieron sobre la mesa importantes propuestas de fondo. Entre ellas, destacan propuestas como las siguientes: aumento del salario mínimo interprofesional y regulación de salarios máximos, dación en pago para saldar la deuda hipotecaria, prohibición de expedientes de regulación de empleo para empresas con beneficios, profundización en la progresividad del sistema fiscal, sometimiento a referéndum vinculante los rescates a la banca, reforzamiento de un sistema financiero público bajo control social, abolición de los paraísos fiscales, impuesto espacial a las transacciones financieras para penalizar los movimientos especulativos, banca pública, 0,7% para ayuda al desarrollo...


Llevar a la práctica dichas propuestas, requiere poder político. Un poder político efectivo, formal. Situación que a día de hoy parece más una burla que una realidad imaginable. Las encuestas dan por abrumadora mayoría la victoria al PP, que podría gobernar con Mayoría Absoluta si los votantes prestamistas no ceden su voto al PSOE. Y parece que no lo harán, a tenor de los resultados de las elecciones municipales pasadas donde los socialdemócratas fueron severamente castigados, precisamente, por los votantes prestamistas. El giro a la izquierda que pretende orquestar el nuevo candidato socialista, Rubalcaba, se antoja a los ojos de los más, una burda estrategia para atraer al votante descontento... e incluso indignado.

Así las cosas, con una España previsiblemente gobernada por una derecha neoliberal corrupta, caciquil y cerril, votada por nada menos que 10 millones de españoles, tocará diseñar propuestas ligadas al mundo de lo posible, con una doble intención:


Por un lado, la de generar al propio movimiento la oportunidad de conseguir logros. Logros concretos, reales, palpables. En este sentido, cobra vital importancia la reflexión acción colectiva para la implementación de acciones con capacidad de transformación efectiva de la sociedad, cuya posibilidad de concretarse dependiera exclusivamente de los recursos con los que el propio movimiento pudiera contar en sus espacios de acción. El bloqueo de desahucios por impago de deuda bancaria es una excelente iniciativa que podría servir de modelo para la planificación de otras. Será preciso construir protocolos de actuación colectiva y definir cambios en los comportamientos concretos de los indignados capaces de transformar el entorno cotidiano.


Por otro lado, y muy ligado a lo anterior, la intención de fomentar procesos sistemáticos de autocrítica, de formación y difusión de ideas por otro mundo posible en más redes. Esto requerirá adentrarse en la cotidianidad de las convivencias ciudadanas, adentrarse en los espacios de interrelación de los habitantes de los barrios, de las madres y padres, de los trabajadores, de los inmigrantes, de los mayores, de los otros jóvenes, etc. pues no basta con extender las asambleas a los pueblos y barrios si no se provocan reflexiones en los ciudadanos que no participan en las asambleas. Es preciso ampliar las redes desde los afines a los diferentes, para seducir a los ajenos y bloquear a los opuestos. Opuestos que, ciertamente, son legión.


El desarrollo de sendas propuestas tiene la capacidad de dar resultado a corto y largo plazo, ya que parte de la consecución de pequeños logros y la concepción profundos cambios actitudinales potencialmente transformadores en un horizonte más lejano. Un momento en el que se espera haber articulado el debate y la reflexión colectiva en redes y más redes, capaces entonces, de incitar o construir poder político efectivo a gran escala.

El proceso de reflexión y construcción colectiva iniciado requerirá tener muy claro que la transformación social deseada, deberá partir de los espacios de la cotidianidad, del poder de lo micro, de lo personal, familiar, reticular barrial, etc. de las prácticas y comportamientos capaces de implicar transformaciones mayores con el tiempo, del aleteo de la mariposa. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si comienzan a ser masivas las campañas de boicot al consumo?, ¿o si los programas políticos para los barrios se realizan participadamente y se comienzan a implementar sin contar con los gobiernos de turno?, ¿o si se hace tan difícil expulsar a alguien de su vivienda o al inmigrante de su nuevo país, que sencillamente deja de suceder?, ¿qué pasa cuando el sistema pierde su legitimidad?, ¿cuando se cuestiona el sacrosanto principio de la representatividad política?, ¿cuando se apuesta por un sistema democrático no delegado, sino deliberativo y propositivo?...

Todo puede pasar en Sol


[1] Es internacionalmente conocida la rumba española, que se basa en el exacerbado consumo de alcohol sin límites en calles y plazas públicas mientras se pasa de bar en bar, hasta los límites de la noche.

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