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viernes, 24 de octubre de 2008

Hay luz en Rumanía (notas de viaje por Transilvania)


Bucaresti tiene un encanto espacial. No es una ciudad que enamore a primera vista, pero el gris de los enfoscados de sus edificios suburbiales observado a diferentes horas del día es para no perdérselo. Y no hablo en broma. Los efectos que producen las luces del atardecer y el alba en las fachadas superpuestas de estos enormes barrios periféricos son capaces de enamorar. Por la noche, las bombillas ecendidas de los pisos, inundan de luz sus ventanas.

Bucarest está viva. Y llena de cultura, de casas de libros usados y de antigüedades. Una miríada de hojas escritas en rumano, ruso, francés, alemán y algo menos en inglés, aparecen en cada esquina en las miles de tiendas repartidas por Piata univeritatii. Si disfrutas con la lectura, está de enhorabuena: libros por 2 Leis (menos de 0,70€)... y muchos teatros. Se calcula que actualmente en activo hay cerca de 120 repartidos por toda la ciudad. Eso sí, lejos de los 400 de la época de entreguerras, cuando Bucarest era el París del Este. Y no tanto por sus grandes y bonitos edificios, sino, precisamente, por esa efervesencia cultural en forma de representaciones teatrales. Y música: actualmente el festival masters jazz de Octubre tiene siempre un gran cartel.

Sobre el Parlamento, qué más se puede decir que no se haya dicho en infinidad de ocasiones: el segundo edificio más grande del mundo en superficie (el primero es el pentágono), el más rápido en ser construído, el que más muertes por accidentes laborales ostenta de la era moderna, el que más habitaciones tiene, el que más, el que más, más, más... en fin. Que es muy grande e impresionante. Desmerece el Tour guiado, eso sí. Por simple y también por tonto: que si el marmol es muy caro y de Rumanía, que si las cortinas pesan una tonelada, que si Michael Jackson habló en el balcón principal a la multitud y dijo "Hello Budapest" en lugar de Bucarest (cosa que no sucedió en el Parlamento, sino en el estadio donde dió el concierto), y otras frivolidades... me quedo mejor con las historias de ese parlamento construido por Ceucescu, esas que se oyen aún retumbando en algunas de esas 3100 habitaciones... eso sí. Entrar, hay que entrar, pues sólo por la vista del mítico balcón sobre el antaño "Bulevar del triunfo del comunismo", 1 metro más ancho que Champs Elisés, vale la pena. Desde fuera. Magnífico. Impetuoso. Titánico.

El viaje constó de 8 días. Bucarest los dos primeros, Brasov el tercero, Bran y Rasnov el quinto, Sighisoara el sexto y Sibiu el Séptimo, para reg
resar nuevamente a Bucarest y tomar el Easyjet de vuelta a Madrid. Mejoraría el itinerario planificar un par de días más para Sibiu y sus alrededores, pues las iglesias fortificadas diseminadas en pueblecitos rurales son muy interesantes.

Brasov es una ciudad encantadora. Vale la pena detenerse en ella por un día, conocer su iglesia negra, pasear por su amplia plaza y hacer alguna caminata por las cercanas montañas. Los osos rumanos acechan y es posible verlos no dificilmente. Bran, donde está el afamado a la par que falso castillo de Drácula no vale la pena en absoluto, pero siendo la primera vez que se visita la zona, ¿cómo atreverse a perdérselo?... de todas maneras, en el bus que te lleva desde Brasov hasta el castillo hay un pueblecito que se llama Rasov en cuya montaña se asienta una ciudadela del Siglo XIV. Preciosa.


Pero, las joyas de la corona son Sighisoara y Sibiu. La primera es una pequeña localidad que alberga una deliciosa ciudadela habitada, con una iglesia Católica en lo alto y una preciosa torre-reloj frente a la cual, ahora sí, se encuentra la casa natal de Drácula. En Sighi queda en pié prácticamente la totalidad de las torretas defensivas, las puertas de acceso y la muralla original. Dentro de la ciudadela, se suceden la casitas monumentos históricos habitados. Vivos. Un pintoresco destino para pasar un más que agradable día.


Sibiu es caso aparte. Una Joya extraviada de los mapas hasta 2007 cuando ostentó la capitalidad europea de la cultura junto con Luxemburgo. Se trata de una ciudad de 170.000 habitantes con una programación de eventos artísticos muy interesante y una de las zonas céntricas más hermosas del mundo (EMHO). Una especie de Viena-Koblenz. Una perla perdida en Transilvania, plagada de casas del sigo XIV y XV, con bellísimos palacios completamente restaurados, teatros, torretas defensivas y partes de la muralla intactas. La iglesia central, actualmente en obras, alberga una torre visitable con 191 escalones desde la que se ve toda la ciudad. Una vista imprescindible. La zona que rodea el centro histórico es también magnífica, con un toque decadente que hace de genial contrapunto.


En cuanto a precios, se puede visitar Rumanía con unos 50 € diarios para dos personas, incluyendo viajes en tren y comidas. Para dormir la cosa se complica: los precios de los hoteles están completamente disparados, también la de algunos servicios. Si te decides a hacer el viaje a través de www.hospitalityclub.org... no dejes de contactar con Tinafran en Bucarest y Georgo en Sibiu. Gente realmente estupenda, muy agradables, conocedores de la zona, simpáticos e incluso entrañables.

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