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sábado, 9 de agosto de 2008

Córdoba, el último bastión de IU, sucumbe.

En este país las cosas se terminan en Agosto. Todo cierra, y si no cierra se quedan en un estado de stand by letárgico, agónico. Sucede en muchas ciudades, pero donde más se nota es, sin duda, en las provincias de esta nuestra intraespaña. En Córdoba todo parece derretirse en Agosto, y no sólo la administración pública, incluso las cafeterías cierran, hasta los kioskos de prensa. En el recorrido de 20 minutos que separan mi casa de mi parada de autobús hay 4 kioskos de prensa: todos cerrados. Cualquier atisbo de actividad no parece ser más que un espejismo dibujado sobre un escenario de ciudad-desierto. Alguno dirá que es normal, pues a 40 grados es complicado poder trabajar y, si bien algo de razón tendría, el hecho es que hay algunos que todavía tienen que hacerlo. Pero no es de eso de lo que quiero hablar en esta ocasión, sino de transporte público:

¿porqué las frecuencias de paso de las líneas de autobús de la ciudad se han duplicado sin aviso previo?, y cuando digo cuplicado no digo de 4 minutos a 8, sino de 15 a 30; pues aquí en Córdoba sufrimos un extraño fenómeno de la naturaleza política de esta nuestra intraespaña, donde un gobierno de izquierdas (ojo, presidido por IU) fomenta el uso de transporte privado en lugar de hacer fuerza para lo contrario. Son las cosas de la globalización, o las cosas que provocan las nubes de pedos (diría Pinti) en donde habitan los dirigentes del único partido que parece hacer cada día más por perder más votos.

Ustedes dirán: en una ciudad pequeña como lo es Córdoba, donde se puede ir de punta a punta de la misma caminando, en más o menos una hora y pico, la frecuencia media de paso de las líneas de autobuses se sitúa en torno a los 15 minutos. Pues si bien un bienpensado podría concluir que este tipo de iniciativas políticas a buen seguro proviene de la concejalía de salud o deportes de la ciudad, como una forma para combatir la obesidad y mejorar la salud de los cordobeses forzándolos a caminar todos los días (en la mayoría de los casos, ciudadano que se animara a caminar un poco, llegría antes que el autobús a su destino) un menos bienpensado, podría suponer que más bien redunda en lo contrario, y quizás acertase más que el otro: frecuencias de 15 minutos oficiales (es decir: 20 reales y 30 en verano), abono de transporte mensual a 35€ y 1 euro el sencillo (sí, sí, casi lo mismo que cuesta en Madrid donde además de todas las líneas de autobus se pueden utilizar todas las de Metro y todas las de Renfe, por cierto con frecuencias de paso en horario diurno de 7 minutos), y líneas de trazados ridíulos con cientos de miles de paradas absurdas, no puede ser una política de un consistorio que habla de medioambiente y de lo público y colectivo frente a lo individual y privado. El transporte público debería ser una prioridad para un gobierno de izquierdas. Crear una red de autobuses eficaz y eficiente, a bajos precios, con frecuencias de paso mínimas y distintas tipologías de líneas (las directas y las normales por ejemplo) resultaría más que deseable para combatir al coche como medio de transporte contaminante, insostenible.

Yo pensaba que en estas pequeñas grandes luchas establa la Izquierda de IU. Pero me equivocaba, como la Paloma se equivocaba, pues desde que he llegado a esta ciudad lo que he podido observar es una pérdida total de norte político en ese partido: Las políticas de participación de la ciudad consisten en que las asociaciones, más bien afines, tomen muchas decisiones, o de repente dependen de la iluminación de la concejala de turno en una intervención llamada de choque en Las Palmeras para sacar a limpiar a los vecinos con promesas de trabajo remunerado y un detestable desayuno de cattering instalado en uno de los patios. Esta es la política de izquierda de IU. Para el transporte, hacemos publicidad de lo bien que están los nuevos autobuses de Aucorsa, para la participación, repartimos papelitos donde la población nos podrá decir qué es lo que necesita su barrio, mientras, negociamos con las asociaciones (como si asociación fuera sinónimo de participación ciudadana) y cumplimos con algunas, las menos, y damos largas al proceso emprendido, las más. Y para colmo de males, se nos ocurre que la mejor forma de cuidar el punte romano es poner a un par de seguratas nocturnos que caminan en pareja de una punta a la otra. Escuchen bien: contratamos a 2 vigilantes de seguridad para que no haya pintadas en el punte romano. Clama al cielo!!!!.

IU se hunde también en Córdoba.

1 comentario:

javier dijo...

Cualquier ayuntamiento del color que fuere debe fomentar el transporte público.
Sobre lo de contratar seguridad privada para vigilancia de monumentos... mejor no digo nada.
Solución: cambio de voto.

Un saludo.