Suele suceder el desespero. Que agonice la templanza y se
agranden los boquetes. Suele suceder el verbo esquivo, el gozo en un pozo, el
querer y no poder. Suele suceder que la pericia erre, crezcan las paredes cual
gigantes, el círculo no cierre, caigan las persianas y la negra luz lo inunde
todo. Suele suceder perderse y no encontrarse, entrar y no salir, salir y no
volver a entrar.
Afortunadamente, suele suceder la esperanza al desespero. Que
crepiten las neuronas y florezcan las magnolias, renazcan los dulzores, embista
la magia al sueño y la punta de un lápiz mal afinado irrumpa el blanco eterno
inmaculado, aparezca el verbo esquivo, la sonrisa perfecta y la palabra
precisa.
Durante la subida y la bajada, el éxtasis, el frenesí, la
pasión y el temor, el desespero y la desazón; algunos, estuvisteis siempre ahí.
Estoicos. Sin esperar nada a cambio. Sin recibir nada a cambio. A vosotros, mi
infinita gratitud. Pues si bien suelo recordaros, no acostumbro a expresar
cuánto admiro, reconozco y valoro vuestras enseñanzas.
Valgan estas palabras para honraros:
Gracias por amar y luchar. Gracias por estar. Gracias por
soñar y hacer a otros soñar. Gracias por la valentía y el esfuerzo. Gracias por
remar y ayudarme a remar. Gracias a ti, Iving, por volar conmigo y construir. No
sería capaz de abrir mi boca, de levantar mi mano o de sentir que puedo, sin tu
aliento. Te quiero tanto… Y, gracias a ti, Manuel, porque a ti te debo una
canción. Un vino. Un baile. Una flor… y esta obra. Gracias por vuestra
paciencia eterna, gracias por vuestras infinitas muestras de cariño, vuestra
comprensión, vuestros sabios consejos. Gracias por quererme tanto… no encuentro
el modo de deciros de mejor forma que esta vida mía es tuya, Iving; que esta
felicidad mía es tuya, Iving; que esta obra mía… es vuestra, Manuel, Iving.
Gracias.
Suele suceder, también, que los agradecimientos olviden
muchos nombres. Nombres importantes, de personas que, siendo ellas conscientes
o no de su importancia, fueron claves en algún momento de la vida de uno.
Intentaré dar cuenta de todos, comenzando en estas líneas por mi madre y mis
abuelas, sin las cuales, jamás habría podido llegar a ser quien soy en la
virtud. Gracias mamá por tu ingente esfuerzo y tu aliento incombustible.
Gracias Tota y gracias Tati por vuestro incondicional amor. Gracias Ana, Lara y
Lucía. Gracias Viejo y gracias Pau. Los quiero muchísimo y tengo tanto que
agradecerles que aún sería más largo este apartado que el total de páginas que
integran esta Tesis.
Gracias a mis grandes amigos. Pocos, pero grandes, escritos
con cincel en la más estúpida pero exclusiva lista del mundo: gracias querido
Babe, querido hermano. Gracias por todos los años que compartimos en Lavapies,
por tu decidida e incansable entrega a los demás. No tienes idea de la deuda
que todos los que te conocemos tenemos comprometida contigo. Hermano, tan pocas
veces te he dicho lo mucho que te quiero, que me obligo a dejar constancia
pública de tal hecho en esta página. Gracias Dani, mi viejo amigo, poeta
errante enamorado de la pasión, ¡sigue contagiándonos!. Gracias Luis, el sonido
y la furia. Gracias Elmar por tu sistematicidad (¡quién iba a decir que “how to
write a lot” fuera a funcionar, sino tú!). Gracias Kiko, Ángel y Chino por
estar ahí. Gracias Ana, mujer llena de fe, por esos detalles tan tuyos
(recuerdo especialmente uno en forma de maletín de cuero grabado con las letras
Dr.), gracias Alba, Bárbara y Víctor, Vesi, Zari, Juan. Gracias Feñan, Bernat,
Clara, Santi. Gracias Cris.
Gracias a Alea Iacta Est y lo que aprendí de aquella
aventura. Soberbia: La sonrisa del Ganador la refleja, en estos momentos, la comisura
de mis labios.
Gracias a los buenos maestros de la Laboral cuyas enseñanzas
no olvido: Calvín, María José, Paloma, Cuetos. Gracias a los profesores de la
Facultad de Ciencias Políticas con los que conecté (María Ángeles, Cotarelo) y,
sobre todo, gracias a los profesores del Master de Investigación Participativa
para el Desarrollo Local de la UCM, especialmente a Monty, a Villasante, a
Loli, a Pedro, a Garrido y a Lorena. Su sapiencia fue determinante para la
creación de esta Tesis Doctoral. Gracias a los responsables del Instituto de
Paz y Conflictos de la Universidad de Granada.
En estos ajetreados tiempos, de inequidades tercas y
obstinadas, calma reparar en la abrumadora generosidad de aquellos que, de un
modo u otro, su alma dan a que se nutra y perfume el viento de justicia.
Aquellos que, de un modo u otro, piensan y actúan en simbiosis fraterna por
romper las cadenas que someten, las reglas que uniforman, los poderes que
aplastan. Gracias a mis compañeros y compañeras de lucha por cultivar semillas
de esperanza y transformación social. Gracias Bere, Olga, Betza, María
Victoria, Natalia, Carol, Yineth y Víctor (el equipo de Nomadesc que conocí)
por demostrar, casi de manera impertinente, que se puede, y se debe. Gracias
Marylen y Jhon Henry, Juan y Marta, María y Alberto, Benito, Ana María y
Johann, Cova, Arantxa, y; claro está, compañeros de Sembrar y la Federación: Cene,
Zora, Eduardo, Jairo, Gladys, Yoha, Doña Pilar, Teo y Gabo. A todos vosotros
gracias por regalarme vuestra infinita valentía: ¡Liberación!. Gracias a Paz
con Dignidad (Luis, Ibone y Blanca) por confiar en mi.
Y, por supuesto, gracias a los sufridos vecinos y vecinas de
Las Palmeras por vuestras cotidianas muestras de valor, humildad e inteligencia
con las que os levantabais frente a la exclusión y marginalidad impuesta. Huelga
decir que pese a ser yo el suscriptor de la presente, no cabe duda alguna de
que el mérito no me pertenece en exclusiva. De esta Tesis Doctoral es también
parte Iving Zelaya -compañera, esposa y coordinadora del equipo de investigación,
formado también por Bea y Rafa-, el Maestro Antonio de los 44, las Presidentas
de Bloque Mariló y Mely, y todos aquellos vecinos y vecinas que, arriesgando
mucho más de lo que algunos imaginan, decidieron formar parte de un proceso
participativo sin parangón. El mérito es vuestro, si bien, permitidme que me
atribuya en exclusiva la responsabilidad de las posibles fallas, errores u
horrores cometidos.
Por último, no quisiera perder la ocasión para agradecer
enormemente a las y los profesionales que constituyen el equipo de EPSA Córdoba
por su compromiso a la hora de mantener vivo el proyecto de las depredadoras garras
de una crisis que parece haber venido a instalarse para desmantelar el estado
de protección social que tanto esfuerzo (y sangre) costó construir. ¡Escríbase
una oda a los funcionarios atrevidos, comprometidos con la cosa pública,
apasionados de la administración al servicio del ciudadano…! Isabel, Ana,
Rodrigo, Belén, Alfonso y equipo administrativo: mil gracias por facilitarnos
el trabajo, mil gracias por vuestro cariño y vuestra profesional y exquisita
dedicación a la gestión del parque de VPO de Córdoba. Siempre, con una sonrisa
por delante.
2 comentarios:
¿Significa que terminas tu trabajo y vuelves a hacer vino?
el vino llegará... pero más adelante. Tienes un reto grande con eso: mucho que enseñarme!
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