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martes, 29 de abril de 2008

A propósito de mi viaje a Argentina. Capítulo I: grandes y modernas urbes, Buenos Aires y Rosario

Mi viaje a Argentina comenzó en Buenos Aires, continuó en Entre Ríos, siguió en Santiago de Chile y Mendoza, llegó a Rosario, pasó por Tucumán, Amaicha, Quilmes y Cafayate para llegar a Salta, y luego a las Salinas de Purmamarca. Tras eso, Humahuaca, a pocos kilómetros de la frontera con Bolivia. En resumen, un muy recomendable itinerario por el NorOeste andino, una incursión en la capital del país vecino, vinos y más vinos en Mendoza y Cafayate, grandes y modernas urbes en Buenos Aires y Rosario, y el campo de mayor producción de la Argentina: Entre Ríos. Todo ello en 25 intensos días a pata, en autobús, avión y coche. Lo que siguen son capítulos de viaje con recomendaciones e impresiones personales para todo aquél que piense en Argentina como destino turístico.

El barrio de Palermo florece: el Viejo, el Soho y el Hollywood son las partes integrantes de un barrio ecléctico, contemporáneo y vetusto a la vez en el que se puede encotnrar casi cualquier cosa: restaurantes con sugerentes propuestas, tiendas outlet, turistas, residentes extranjeros, jóvenes artistas locales, familias, plazas con árboles, grandes aceras para pasear y alguna ganga que otra. El llamado paraíso de la clase media ha resurgido con más fuerza que nunca. En el Microcentro la actividad es tan frenética como lo fuera en las mejores épocas de esa Argentina rica y ese Buenos Aires agrandado y chulesco porteño. En Puerto Madero la caminata sigue siendo de lujo y en San Telmo se baila Tango en las calles de la mano de la municilpalidad (alcaldía) y las organizaciones vecinales, que se han puesto manos a la obra conjuntamente para darle un nuesvo sentido a sus espacios públicos, a sus plazas y calles en una suerte de proyecto que ha logrado transformar al barrio reactivando las actividades culturales y comerciales. Se nota que Buenos Aires, pese al humo que lo invadío hace apenas una semana, respira un ambiente muy diferente al de los años de la crisis.

Vale la pena adentrarse en esta magnífica urbe, enorme y llena de lugares por recorrer. Eso sí, con tiempo. Las distancias son largas y las actividades innumerables: teatros, casinos, tiendas, restaurantes, vinotecas, estadios de fútbol, restós. Perderse por sus tranquilos barrios residenciales como Caballito, Recoleta o Belgrano y pensar en vivir por un tiempo en ellos es inevitable. Lo que sigue es parte de lo imprescindible si se pasa unos días por allí:

Visita obligada a
plaza de Mayo presidida por la casa rosada (la del gobierno) y flanqueada por la Catedral y el Cabildo, para llegar hasta puesto madero, la parte reformada del puerto argentino que hoy hace de pasarela para los ejecutivos que trabajan en las oicinas de alrededor. Pasear después por la Boca y tratar de llegar como sea a Palermo para cenar las mejores pastas de Buenos Aires en "Vicente", en la calle La Pampa: realmente increíble; los platos rondan los 5 € y los Gnochi de calabaza rellenos son los mejores que jamás he probado en mi vida, tras los que hace mi abuela Tati, claro está (ver guía Oleo en http://www.oleo.com/ para más recomendaciones operativas).


Si juega Boca, comprar localidades. El fútbol en la Bombonera tiene otro sabor. otro color, otro aroma. el fútbol argentino es más abierto que el europeo, menos encorsetado, con más ocasiones de gol y más espacio apra hacer jugar a la técnica y la clase. Vale la pena.

Otro imprescindible es ir a tomar el té en L'Orangerie, pertenece al Hotel Alvear y se encuentra en pleno centro de Buenos Aires. No en vano se trata de un 5 estrellas de lujo que deja tiesos con sus precios a todos los que no son "personas de bien". Sin embargo, y gracias a la fortaleza del Euro, disfrutar del mejor servicio de té de la ciudad (que no iguala los que ofrece la pequeña y entrañable Gaiman, a 10 Kilómetros de Trelew, en la Patagonia) y probablemente de los mejores que jamás haya probado un ciudadano europeo no británico, supone sólamente 15 €, pues se trata de un servicio con Scons, pasteles de elaboración casera, salsas, mermeladas y realmente deliciosas tortas sin limitaciones en las repeticiones. Exquisito.

Sobre Rosario: ir al museo de arte contemporáneo situado en los antiguos silos, pasear por la hermosa Costanera y tomarse una cerveza por allí vieno la puesta de sol, entrar en las sedes de las facultades, todas ellas céntricas, y caminar y caminar por el tranquilo y atractivo centro. Sin duda es una ciudad viva y jóven, con muchas posibilidades. Merecería una par de días mínimo. Una itneresante posibilidad para alojarse es el RosarInn, un más que recomendable youthostel si es que no utilizas HospitalityClub, que se encuentra situado exactamente frenete el imponenete edificio de la Aduana.

lunes, 28 de abril de 2008

A propósito de mi viaje a la Argentina (El conflicto con el campo)

Sucede que en estos años posteriores a la brutal crisis que sacudió a la Argentina entera, con la devaluación de la moneda y el posterior corralito, la situación del país ha ido poco a poco mejorando; estabilizándose. Si bien es cierto que la huelga del campo dejó prácticamente desabastecido al Gran Buenos Aires debido a los cortes de las carreteras principales y al Lock out empresarial en la agricultura, no resulta menos evidente que en Buenos Aires los tiempos de los mercados de trueque y comedores populares repartidos por las más variopintas barriadas han terminado. En Buenos Aires se vuelve a respirar ese ambiente de ciudad importante, grande y orgullosa de antaño.

Lo que sucedió, y sucede todavía con el campo, se puede sintetizar de la siguiente forma: los grandes latifundistas de la rural Argentina controlan la producción de soja y otros insumos, como la carne o el trigo y el maíz. No hay que olvidar que este país es básicamente hoy en día un gran exportador de materia prima: carne y soja, mayoritariamente. El enfrentamiento entre la patronal del campo y el Gobierno se produjo en el momento en el que éste quiso grabar con un 45% de impuestos la exportación de la soja y con más de un 90% si superaba ésta en el mercado internacional los 600 USD por Tonelada. Nuevas condiciones para un campo enriquecido gracias a los astronómicos precios que este producto cosechaba en la actualidad. La resupuesta no se hizo esperar y las 4 agrupaciones rurales de Argenitna llamaron al parón y a los cortes de las carreteras, rompiendo la cadena de distribución durante 27 días, lo cual, además de representar en sí mismo un chantaje imposible de aceptar por el Gobierno, poco a poco fue calentando los ánimos de la muy dividida aún sociedad argentina. Me explico: si bien en un principio la medida de fuerza del campo fue entendida por la masa de la población e incluso apoyada por ésta, lo dilatado de la campaña fue provocando un cierto temor en las clases medias de la ciudad de Buenos Aires; sobre todo porque algunos de los esbirros vinculados a las organizaciones convocantes del parón patronal, comenzaron a alzar la voz en favor de la vuelta de las Fuerzas Armadas a la política, y eso, históricamente, ha tenido las consecuencias que todos conocemos: dictadura, desaparecidos, torturas, etc. Ante esta situación, grupos afines al Gobierno, deciden convocar una marcha de apoyo a la presidenta "de Kirchner" como muestra de fuerza. En dicha manifestación se dan cita cerca de medio millón de personas y al día siguiente, la patronal del campo, decide desbloquear el "embargo" para iniciar la negociación. Los resultados de ésta aún están por determinar, sin embargo, analistas argentinos apuntan como claro vencedor del conflicto al Gobierno y la democracia, argumentando que gracias a las estructuras de base que primero Kirchner y después su esposa lograron organizar (se dice que incluso "a sueldo" a través de los llamados grupos piqueteros con el líder sindical de base D'Elía a la cabeza), sentaron un nuevo precedente en la historia del país, por el cuál un Gobierno democráticamente elegido y con un amplio respaldo popular no tenía que dar marcha atrás por miedo a los poderes fácticos de la oligarquía terrateniente Argentina, muy vinculada al poder militar.

Otra cuestión es, ciertamente, el hecho de que los impuestos con los que se pretenden grabar las exportaciones de soja resulten abusivos (y lo sean). Al respecto cabe señalar que, por una parte, la producción de soja ha sustituido una enorme porción de campo al resto de cultivos tradicionales argentinos, influyendo de forma determinantemente en la pérdida de 1.000.000 de cabezas de ganado, con todo lo que esto implica en un país donde el consumo de carne de vaca es, sencillamente, de locura. Tanto los precios de la carne, como del resto de productos agrícolas subirán, y mucho en los próximos meses si no se cambia la tendencia actual de plantación de soja. En este sentido se entiende la política del Gobierno: unos impuestos lo suficientemetne elevados combinados con ayudas fiscales a la cosecha de otros bienes, podría generar retroceso de la plantación de soja equilibrando el sector nuevamente. ¿Cabría hacerlo de otra forma? Es posible, pero en un país donde los controles de cualquier tipo brillan por su ausencia, los de Hacienda no representan la excepción. De todas maneras será en estos días cuando se pongan sobre la mesa nuevamente las discrepancias entre unos y otros en busca de consenso.